top of page

Crónica de un niño que la violencia se llevó.

Cuántas veces en la vida hemos escuchado, o escucharemos: “recordar es volver a vivir”. Conforme pasan los años solemos convivir más con la nostalgia y tendemos a recordar buenos, pero también malos momentos. 


Hace unos días, en la casa de mis padres, encontré un viejo álbum fotográfico, y ahí estaba una foto con mis viejos amigos de secundaria. Entre ellos, había una persona que no recordaba, y me duele a la fecha no recordar su nombre, pero sí su apodo y su historia. Esta es la breve historia de lo que recuerdo del “abuelo”. 


Hace más de 14 años cuando entré a primero de secundaria, recuerdo la emoción de conocer a nuevas amistades, ese receso del primer día en el que los hombres del salón nos presentamos, entre nosotros resaltó un joven flaco y con facciones físicas algo avejentadas para su edad, de ahí su apodo, “el abuelo”. 


En ese primer encuentro el abuelo, en un tono orgulloso nos comentó que el formaba parte de una banda [criminal] y que incluso ya había pasado por una “iniciación”. En ese momento, niños que recién llegaban a la secundaria miramos con asombro y cierto respeto al abuelo. 


Pasaron los días y en el grupo nos fuimos conociendo, llegó el primer examen de matemáticas, que algunos reprobaron, y como condición establecida por el maestro, cuando reprobabas algún examen te pedía que tu mamá o tu papá firmaran el examen y escribieran “enterado”. 


El abuelo reprobó ese examen. Por 3 días el maestro le pidió que llevara su examen firmado. Al cuarto día de ignorar dicha petición, el maestro le advirtió que, si no llevaba el examen firmado, citaría a sus padres en la dirección. 


ree

Al siguiente día, el maestro, antes de empezar su clase le pidió su examen firmado al abuelo y esta vez sí lo llevó firmado. Cuando le dio el examen, el maestro notó que el papá del abuelo le había mandado una nota y después de leerla nos sacó a todos del salón, excepto al abuelo. Después de veinte minutos el maestro salió furioso del salón camino a la dirección. 


Sin entender que pasaba nos acercamos al abuelo, quien con los ojos llorosos nos mostró lo que decía la nota: “Enterado. Ya tuvo su madriza. Revise su espalda. Tiene mi permiso de hacerle lo mismo si sigue así”.


Le preguntamos al abuelo si eso era verdad, y nos mostró su espalda, la cual estaba llena de cicatrices.


Ese día nos enteramos de que el maestro de matemáticas, junto con el director fueron a casa del abuelo para hablar con sus padres. 


Desde ese día nunca volvimos a ver al abuelo. El abuelo no volvió a tener una clase de matemáticas. 


Cuando eres joven no dimensionas el dolor por el que pueden pasar algunas personas. Ahora me pregunto, si como grupo hubiéramos podido haber hecho algo por el abuelo. Supongo que el maestro de matemáticas y el director lo intentaron, pero no pudieron hacer nada. 


¿Cuántos abuelos hay en nuestro país? ¿Cuántos jóvenes salen de su casa por la violencia y son cooptados por bandas criminales que les ofrecen ser su familia? ¿Cuántas historias como esta no resuenan en los barrios ? ¿Cuánta violencia viven nuestras infancias? ¿Cuánto hemos dejado de hacer para estar así?


Me gustaría tener la esperanza de que el abuelo está bien, pero la realidad dicta otras cosas. Salir de entornos violentos, llenos de criminalidad parece un callejón sin salida.


Cuento esta historia con la esperanza de evitar que haya más jóvenes como el abuelo. Y aquí estimado lector o lectora, tal vez te preguntes qué puedes hacer.  La respuesta es: ayudar cuando alguien lo necesite. Puede ser comprándole a ese vendedor que sabes que lleva horas en ese semáforo o en la carretera, el hacer una pequeña despensa para una familia que sabes que la puede necesitar, o acariciar y darle un poco de comida a ese perrito callejero que siempre ves en tu cuadra. Dicen que las buenas obras no suelen contarse, pero cuentan mucho. 


El panorama social es complicado, pero todos podemos mejorarlo. Hagamos que las historias como la del Abuelo sean cada vez menos comunes.

 
 
 

Comentarios


bottom of page